¿Realmente aprendemos algo de los momentos difíciles?

 ¿Cuanto ha aprendido mi ser? ¿Cuanto ha crecido mi alma? ¿Acaso el alma puede crecer?

 A veces me decepciono de mi misma, ya que al atravesar la crisis siento que el aprendizaje en algún punto empieza a atravezarme, y con este... Mi alma empieza a transformarse... Pero es muy triste ver cómo pasados quince, veinte, treinta días, aquellos aprendizajes que parecían tan arraigados al fondo del alma, terminan difuminandose, pareciendo solo, una vaga idea, un recuerdo, al que procuro aferrarme. Pero a pesar de mis esfuerzos CABUM!!! La voz de la queja y la insatisfacción empiezan a ser más fuertes.

¿Qué puede significar esto? ¿A alguien más le pasa? ¿Acaso no es suficiente con encarnar el aprendizaje con fuerza? ¿Que se requiere para que el aprendizaje no desaparezca? ¿Acaso la clave está en la práctica?

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